Carta 2. Un respiro

11 de febrero de 2025

Querido maestro,

Espero que estés bien. No sé si donde estás las cosas se ven más claras, si los fracasos pesan menos o si, con el tiempo, aprendes a darles otro significado. Pero hoy quiero hablarte de esto.

En el camino de ayudar a otros músicos a vivir bien de la música, me he convertido en un predicador del fracaso. Digo que hay que acumular fracasos para mejorar, que es parte del proceso, que cuanto más intentas, más fallas y más aprendes. Todo eso es verdad. Pero lo que no digo tanto es lo duro que es cuando se acumulan más de los que estás acostumbrado, cuando pones más energía y, en consecuencia, te estampas más veces y más fuerte.

Hoy ha sido uno de esos días. Una persona que había decidido apuntarse a mi programa me ha dicho que lo deja para más adelante. Como tantos otros. Como mi padre con tantas cosas. Y, según las estadísticas, ese "más adelante" nunca llega en aproximadamente el 95% de los casos.

Así que aquí estoy, con esa mezcla de impotencia y tristeza que te deja sin ganas de hacer nada. Porque una cosa es aceptar que fallar es parte del camino y otra es sentir, en la práctica, lo que significa. Que cada negativa pesa, que hay un límite en la teoría de la resiliencia y que, a veces, uno solo quiere parar.

Pero entonces escribo. Y escribir me ayuda. El arte me ayuda. Qué suerte tenerlo tan introducido en mi día a día. Bueno, suerte que llegara, mantenerlo no tanto.

Dime, maestro, ¿se aprende a llevar mejor estos momentos? ¿O simplemente uno se acostumbra a que duelan menos? Porque si hay una forma de seguir con mi propósito sin que cada negativa me pese tanto, me gustaría conocerla.

Con gratitud,
Tu alumno de siempre


11 de febrero de 2025

Querido alumno,

Espero que estés bien y que el resto de tus proyectos sigan su curso, con sus luces y sus sombras, como todo lo que merece la pena. Sigo sin acostumbrarme a esto de las cartas digitales, pero cada vez me pesa menos. Como todo: la insistencia aligera la carga.

Fracasar duele. Pero a mí me inquietaría más no hacerlo. Recuerdo que, antes de tener la edad que tienes, lo esquivé cuanto pude. Lo veía venir y tomaba desvíos. Hasta que comprendí que la única forma de evitarlo era quedarme inmóvil. Y eso sí que no. Así que cambié de estrategia: en lugar de huir, fui a su encuentro.

Y entonces ocurrió algo sorprendente: cuanto más me enfocaba en acumular fracasos, más éxitos llegaban. No porque los buscara directamente, sino porque el simple hecho de intentarlo una y otra vez, sin miedo a errar, hacía que cada vez acertara con más frecuencia.

El fracaso no se supera, se integra. Se convierte en parte del viaje, como las notas mal tocadas que acaban formando el carácter de una interpretación. No estás aquí para tocar sin errores, sino para hacer que cada error tenga sentido.

Así que sigue tocando. Sigue escribiendo. Sigue fallando y concédete un respiro. Cuando el cansancio ceda, cuando puedas mirar el fracaso de frente, sabrás qué hacer con él. No hay otro camino.

Aquí sigo,
Tu maestro.

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